Un grande más allá de la cancha...

Martín Palermo vivió una de las semanas más complicadas de su vida. Junto con su señora, perdieron el hijo que estaba por venir. Un látigo a la familia, la vida le entró con los tapones de frente, pero el Loco, guapo, fiero, lleno de coraje, le puso el pecho y fue al frente, como siempre.

Debo reconocer que Palermo nunca ha llenado mi gusto futbolístico, es más, dista bastante de ser un virtuoso, que son los que me animan. Igual derepente tira una chilena por ahí que hace vibrar, pero en general es potencia y certeza. Aún así, es un jugador de esos que no te gustaría enfrentar, goleador por naturaleza y estandarte del ataque de Boca en los últimos años.

Pero lo del domingo fue otra cosa. Emocionaba sin siquiera tocar la pelota. Con cada corrida. Con cada gesto... con los goles... ni hablar. No se entrenó con normalidad, aún así le pidió al Coco ser de la partida. Él, viejo zorro, le dió la derecha, y mutuamente se respondieron. Martín anotó dos de los tres goles xeneizes, el primero lleno de emoción, el segundo emoción pura. Y los compañeros se lo hicieron saber. Y la Bombonera se lo hizo saber... Y él nos hizo saber que a veces los más grandes no se miden por su habilidad, sino que por su corazón...

Aguante Loco!, un grande, sin lugar a dudas...