Lo hicieron los White Sox
Los White Sox se coronaron campeones de la Serie Mundial, barriendo a Houston en cuatro partidos.
Ozzie Guillén tomó todas las decisiones acertadas. La defensiva anduvo diez puntos. Los bates estaban filosos. Resultado: Un anillo de las Grandes Ligas. El mismo que se les había negado desde hace 88 años y que tuvo como figura a Jermaine Dye, el jardinero que se transformó en jugador más valioso de la serie.
Fueron cuatro encuentros apretadisimos, emocionantes y con un beisbol del mejor nivel. En el cuarto partido, Chicago se quedo con el triunfo gracias a una carrera anotada por Harris (otro acierto de Guillén) que se envasó en primera, robó segunda, avanzó a tercera gracias a un toque de sacrificio y anotó merced un imparable por el centro. De catálogo, una clínica de como remolcar carreras. Todo esto en la parte alta de la octava.
Además, en la parte baja de la novena, los Astros amenazaban con empatar el encuentro y disputar extrainnings, pero tres jugadas espectaculares de Juan Uribe, que recogió el batazo de Palmeiro que había sobrado a Jenks, y con un mísil a primera base terminó la serie. Y las esperanzas de Houston. Y la agonía de la espera. Y un campeonato que será recordado por mucho tiempo como una serie de las más emocionantes, a pesar de la gran ventaja alcanzada por los Medias Blancas.
Chicago es un justo ganador, generó un equipo equilibrado, unido y con un entrenador que supo tomar las desiciones acertadas durante toda la temporada. Un anillo para un círculo de amigos, y para la ciudad que hacíá ´rato que no tenía nada para celebrar (ni los Bears ni los Bulls habían podido). Así que sonríe Chicago... y merecidamente.
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