Se jugó el superclásico chileno e hizo recordar los antiguos: se jugó para ganar, se pensó primero en el arco contrario que en el propio, se metió, se jugó, se corrió y sobre todo, hubo buen fútbol en el pasto del nacional.
El ambiente era el propicio,
blanco norte y
sur azul repletos, fiesta, colores, folclore, un evento social deportivo muy elaborado, donde el gran ganador, fue el público mismo, que pudo asistir - por fin - en paz a un clásico. Pero ojo, que fue tranquilo porque las barras bravas quisieron, no por la intendencia ni la policia ni los dirigentes, y eso, no puede ser. La tranquilidad debe ser una garantía, no una condición. Se debe dar en normales circunstancias y no en base a tragedias sufridas...
No queremos más Kuntas, tal como lo pidio él mismo...La fiesta de las galeras se trasladó al pasto, del lado de los
albos,
la magia la aportaron Valdivia y el Mati, que dieron un espectáculo notable. La pisaron, tocaron, corrieron, y
Matigol metió un golazo... maaaamita! un tiro libre que clavó en el ángulo, Pinto, nada que hacer. Y la fiesta que tomana tonos blancos. Luego fue un monólogo,
Colo colo apretó el acelerador, y de no ser por Mancilla, que claramente le quedó grande el clásico, podrían haber terminado ganando por tres o cuatro incluso. Fueron sólo dos,
el segundo lo anotó Mancilla, luego de una gran jugada del Mati, sólo tuvo que empujarla adentro, si fallaba ese, de seguro había un muerto en el nacional, porque lo mataban!. Pero la
U es un equipo grande, por algo es el gran clásico, por eso mismo no fue un mero espectador y se creo un par de oportunidades en los pies de Canío y el Matador. Pero el concierto de errores de la retaguardia hicieron crecer a los albos y el primer tiempo... sí, fue un baile.
Aún así, la
U logró descontar el marcador gracias al
gol de Drogett, que aprovecho el desentendido entre Rifo y Bravo. Y le metía suspenso a un clásico que los
albos ya sentían propio, y que era una sensación generalizada.
El segundo tiempo fue favorable a los
azules que a pesar de contar con un jugador menos - fue expulsado Adrian Rojas por doble amarilla - dieron una muestra de amor propio y de cómo se meten huevos en un clásico. Empujaron, pusieron, y empezaron a arrinconar al elenco popular, metiéndolos en su área y obligándolos al contragolpe. Así generaron un par de oportunidades, pero la más clara, fue el disparo de Canío que Villarroel sacó de la línea con una especie de rodillazo, lleno de talento, muy propio de Villarroel...
Y en el ocaso del partido, un contragolpe sentenció el gran triunfo
albo. Valdivia que se aviva ante un inoceeeente Valencia - pero es un chico, está empezando en esto del fútbol - y juega rápido, Chupete que la lleva hasta el fondo y con un simple toque al lado, deja a
Fierro sólo para definir. Golazo, y toda la celebración que los
azules habían obligado a reprimir, reventó, explotó. Algarabía
alba, se había hablado mucho en la semana, declaraciones cruzadas, polémicas y otros condimentos hacían más sabrosa aún la victoria, que a fin de cuentas, es lo que más importa.
Para rescatar:La intensidad del clásico, como hacía tiempo no se veía. A mi parecer, sigue siendo lento en comparación al nivel competitivo mundial, pero desde el punto de vista futbolístico, ya hubo un progreso.
Lo que se metió. Los jugadores salieron muertos, el Mati fue reemplazado porque no se podía las piernas, y así se mete en estos partidos.
La actitud de los jugadores que no encendieron los animos, y aportaron así a la tranquilidad del desarrollo del encuentro.
El arbitraje. Muy bueno, de hecho nadie reparó en ese detalle, por lo tanto, el cometido fue estupendo. Tal vez el segundo gol de los
albos pudo ser off side, pero es finito. El resto, todo bien.
Las hinchadas, estaban de lujo, un manjar para
El Aguante... y vaya aguante que pusieron, el ambiente de fiesta lo metieron ellos...
Un gran clásico como hacía tiempo no se vivían, y un
Colo colo que avanza a paso seguro. Será el inicio de una era brillante?, por el bien del fútbol chileno, esperemos que así sea, por lo menos el entrenador lo es, un campeón del mundo dirigiendo en Chile es un lujo tremendo, y
los jugadores están respondiendo...